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  • Audry Bustos

Tortillería Chinantla: el maíz desde la diáspora


Tortillería Chinantla. Fotografías: facebook Tortillería Chinantla


La migración ha sido un fenómeno en la humanidad desde el principio de los tiempos, la capacidad de movernos de un lado a otro y así poder formar asentamientos. Esta actividad es un componente esencial en la construcción de nuestras sociedades, la formación de emblemas culturales y la conformación de las identidades de los distintos grupos humanos.


El maíz es un alimento que guarda una enorme importancia cultural para todas y todos lo que provenimos del Abya Yala o también llamada América Latina. Ha sido para nosotros fuente no solo de alimentación, sino también de vida y cosmovisión. Existe un sinnúmero de relatos de nuestros pueblos originarios donde se otorga a esta planta un sentido mágico, creador de los hombres y las mujeres de nuestros territorios; no en balde nos llaman los hombres y mujeres del maíz. Esta planta sagrada es parte de la canasta básica de casi todos los países de esta región; se utiliza en platillos como la tortilla en México y Guatemala (elaboradas de diferentes maneras), las pupusas en el Salvador, los tamales, hayacas, arepas, tajadas y demás variaciones. Esto coloca al maíz no solo en la base de nuestra alimentación, pero también de nuestro compartir.


Cuando migramos muy lejos de nuestros territorios, una de las pocas cosas que nos llevan hacia el lugar que añoramos es la comida; nada más extraño que comer unos tacos en medio de Times Square, o una quesadilla hecha a mano en algún lugar del Bronx mientras cae la nieve. Son acciones pequeñas pero que cuando una está lejos de todo lo que conoce, atesora en cada rincón del corazón.

Esto no fue siempre así para los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos: las primeras generaciones de migrantes no tenían a la mano estos insumos básicos para nosotros, normalizados por nuestras comunidades. Al principio, no era fácil para ellos acudir al súper y comprar un paquete de tortillas con tranquilidad y normalidad en cualquier súper mercado de los Estados Unidos. Fueron los primeros migrantes los que tuvieron la visión de llevar hasta nuestras mesas un pedacito de nuestra cultura. Tal es el caso de Erasmo Ponce, Poblano proveniente de Chinantla Puebla y arquitecto por la UNAM. Él nos cuenta que su relación con Nueva York no fue de un día para otro. Él tenía familia que ya vivía de este lado y en los veranos, cuando podía, venía a visitarlos. Su idea nunca fue quedarse en el norte. Él siempre volvía al país, ya que en México trabajaba para diversas firmas de construcción y también fue maestro de secundaria en Iztapalapa, pero por efecto de la devaluación solo le quedó migrar como opción de vida. Después de años de visitas, Nueva York se convirtió en su casa.


Logró regularizar su situación migratoria gracias a la reforma del 86, y en 1992 abrió en Brooklyn la primera fábrica de tortillas Chinantla, en la que solo contaba con cuatro trabajadores incluyéndolo a él. Para el empresario Ponce, el maíz, o como él lo llama, el oro blanco, es el insumo más preciado que tenemos todos los mexicanos. Representa para él una gran satisfacción personal poder llevar a la mesa de las y los mexicanos migrantes un pedacito de su patria, además de poner en alto la cocina mexicana.


El sueño ha evolucionado desde su arranque, hace 28 años, cuando se gestó como un emprendimiento de modestas dimensiones; ellos mismos hacían las tortillas, repartían y ofrecían las estrategias de venta. Hoy por hoy, es una empresa que envía productos mexicanos a toda la Costa Este de los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá. Incluso existieron intentos de exportación hacia Europa. La pequeña fábrica que empezó, como él nos cuenta, con una pequeña máquina usada, pasó de tener 4 trabajadores a inaugurar una segunda fábrica en Brooklyn, donde triplicó el número de trabajadores. Años después, debido a la demanda y a la creciente ola de inmigración mexicana, las ventas empezaron a dispararse y ahora Tortillería Chinantla es una fábrica de grandes dimensiones ubicada en Newark, Nueva Jersey. Brinda empleos para más de 65 personas y ganancias bastante notables.


Fotografía: facebook Tortillería Chinantla

Algo que me impresiona mucho como consumidora del producto son las estrategias de marketing empleadas por la tortillería; me parecía muy notable encontrar anuncios en medio del Metro de Nueva York, así como algunos espectaculares en los highways más concurridos de la ciudad, donde con orgullo la bandera de México y el nombre de Chinantla saltaban a la vista. Cuando pude hacerle la pregunta clave acerca del marketing que han utilizado, solo pudo contestarme: “Yo soy arquitecto y la verdad tampoco sé mucho de marketing, pero si empresas grandes como marcas de refresco, salsas de tomate y miles de productos más lo hacen, ¿por qué las tortillas que hacemos nosotros no podrían hacer lo mismo? Eso fue mero sentido común. Hay que saber quitarnos los complejos y entender que nosotros también somos muy capaces de hacer que nuestros negocios surjan. Es natural que empezamos en pequeño: prensa del estado, televisión local, pero poco a poco se fueron interesando más por la marca y nosotros poco a poco fuimos aprendiendo y entendiendo las estrategias de marketing hasta llegar a lo que tenemos ahora: un equipo consolidado lleno de personas que trabajan para esta empresa que sigue siendo hasta ahora familiar”.


Grandes medios como el New York Times, Fox 5, Daily News, Telemundo y Univision han mencionado a Tortillería Chinantla como una de las empresas mexicanas más exitosas de la Gran Manzana, ya que no solo mexicanos consumen sus tortillas, sino que muchas otras culturas se han dejado embelesar por el delicioso sabor de una tortilla recién calentada en el comal.


Pero no todo ha sido bueno. Nos cuenta que el racismo se ha dejado ver en su camino como empresario, pero que ante todo, como buen mexicano, no deja que lo dobleguen por nada. También es solidario con sus paisanos y siempre que ha podido, ha ayudado a quien es violentado. Nunca ha dejado de alzar la voz por la comunidad. Durante la crisis sanitaria del Covid-19, su empresa ha repartido comida para miembros de la comunidad. Siempre ha sido un paisano que no deja caer a los otros paisanos. Siempre está la oportunidad de salir adelante, con trabajo y perseverancia, no hay que ver las dificultades como obstáculo. Y que siempre hay que tener un trabajo, limpio, honesto y honrado para estar tranquilo.


Así pues, sabemos que un caso de éxito de empresa es bastante común, pero aquí lo importante de éste es la preservación de nuestras tradiciones y de futuras generaciones de méxico-americanos orgullosos de la cultura del maíz de las que provienen sus ancestros y el remanso de paz que da a los que, por azares el destino, terminamos viviendo lejos de casa.



Por Audry Bustos para PUEBLAYORK

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